¿Cuántas veces hemos mencionado
la frase “hubiera” para determinada acción o actividad que hemos realizado?
Probablemente nadie lleve cuenta, pero estoy seguro que una buena cantidad de
veces en repetida ocasiones. Algo que si
es cierto, por cada ocasión que no pensaríamos en el hubiera, nuestras
decisiones jamás perjudicarían nuestra seguridad interna.
¿De verdad cada “hubiera”
cambiaria el transcurso de nuestras vidas? Esta pregunta se puede remontar a
tiempos pasados y para cualquier tipo de situación. ¿Qué hubiera pasado si Adán
no hubiera mordido de la fruta prohibida que le entrego Eva? ¿Y si Colon
hubiera tomado el rumbo deseado hacia la India y no al Nuevo Mundo? ¿Qué tal si
Rusia hubiera llegado primero a la luna antes que los EE UU? Posiblemente si
hubiera sido diferente, pero es allí donde no debemos compartir esa teoría porque
es vivir del pasado, de una acción que no podemos hacer nada más que poder
tener una ilusión inexistente.
Siempre que una situación no sale
a nuestra manera (o peor, sale mejor de lo planeado), salimos con la
especulaciones y analizamos que pasaría “si hubiera hecho esto” o “si hubiera
hecho lo otro”. Lo vemos todos los días,
en diferentes situaciones o actividades: negocios, amistades, deportes,
estudios, etc. Probablemente lo escuchamos
miles de ocasiones de los inversionistas que perdieron toda sus acciones en los
mercados cuando la burbuja inmobiliaria estallo hace 3 años o lo decimos en
jugadas de futbol, cuando un delantero erra un tiro ante el portero. Inclusive
lo decimos cuando terminamos una tarea (laboral o escolar) y sabemos que no estábamos
bien preparados. En estas situaciones y todas las demás, ¿de verdad el “hubiera”
es la solución? ¡Simple y sencillamente, no existe!
Lo que no terminamos de comprender es que esas
situaciones surgen para poder aprender de ellas y lograr cambiar acciones que irán
a suceder. En otras palabras, tenemos que decir para las futuras ocasiones “hare
esto” en vez de decir “hubiera hecho”. Esto es lo que nos hace diferenciarnos
de los demás. Si logramos comprender en que fallamos y que tenemos que mejorar,
nuestras decisiones serán más acertadas al evitar equivocaciones y por ende,
aumenta nuestra seguridad interna.
A continuación brindo una serie
de recomendaciones que he tomado de otras personas, situaciones e inclusive
experiencia propia:
·
No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Evitemos el “hubiera
preparado mi maleta anoche, hubiera sacado la basura, hubiera estudiado hace 2
semanas, etc.”
No vuelvas a clavar en el mismo hoyo. Si ya existe un clavo, no
podemos colocar otro igual. (Recordemos el “hare esto” aprendiendo de cada equivocación
para no volver a cometer lo mismo)
Pide consejos y opiniones antes de realizar una acción de la que no
estamos seguros. Sirven para reflexionar en los diferentes puntos de vista y
encontrar diferentes soluciones.
Tres (3) palabras: Preparación, preparación y preparación. Por más
que pensemos que podemos realizar cualquier actividad, si no estamos
capacitados todo será cuesta arriba. (Si un jugador no practica, no anota el
gol, la canasta, el touchdown, etc.)
Aceptemos los errores positivamente, no negativamente. Es la mejor
manera de ganar experiencia y aprender.
Muy acertados sus comentarios Rolando, ciertamente a veces perdemos tiempo en pensamientos inútiles, gracias por compartirlo :)
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